A.
Ayer soñé contigo, te veías así, tan linda, como cada mañana en que me obsequiabas esa dulce sonrisa, esa pequeña ilusión que anhelaba convertirse en cariño compartido.
Dedico estos últimos momentos al destino, esa bestia fatalista que me hace creer que todo está trazado ya, que de lo que fue ya no será y que lo que será ya no será como lo que fue.
Ojala y la vida te permitiera resarcir los daños a terceros, pero no siempre es así y tenemos que aprender a vivir con ello, solamente consolarnos con el dicho tan cebero que pregona “hay que aprender de los errores para no cometerlos dos veces”. Y yo me pregunto, cómo, acaso podemos predecir lo impredecible, acaso no debemos actuar intuitivamente y movernos hasta prever todos los riesgos, creo que si actuáramos de esa forma no nos moveríamos de nuestro lugar nunca.
Ahora solo eres un vago recuerdo, un archivo perdido en mi disco duro que no logrará borrarse por completo ya que ingreso encriptado y encriptado seguirá por voluntad del administrador, es mejor así, después de todo solo fue algo pasajero, transitorio, como la vida misma.
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